¿Alguna vez has encontrado algo que nunca estabas buscando, y que luego se volvió imprescindible en tu vida? Puede ser un libro que te enseñó a ver el mundo de otra manera, una amistad inesperada, un consejo que llegó justo en el momento correcto…

Estos hallazgos son raros, pero poderosos. Llegan por casualidad, o al menos eso parece, y terminan cambiando la forma en que pensamos, actuamos y vivimos. Lo sorprendente es que no los buscamos, y aun así terminan siendo fundamentales.

Mi testimonio

Hubo un tiempo en mi vida en que la oscuridad parecía tener más peso que cualquier esperanza. Llegué a un punto físico, emocional y mental tan profundo, que incluso perder la vida me parecía una salida. Y aunque sabía que eso podría herir a quienes estaban a mi lado, el dolor que cargaba no me dejaba ver otra opción.

Lo intenté —o pensé hacerlo— más de una vez. Y siempre, en esos momentos donde la mente se hunde y el corazón se rompe, escuché una voz.
La misma frase.
La misma firmeza.
La misma misericordia:

“No lo hagas.”

Y por esa voz… hoy estoy aquí.

No fue porque yo buscara un camino espiritual, ni porque tuviera fe. De hecho, no estaba buscando nada. Pero la vida tiene formas extrañas —y a veces milagrosas— de detenernos justo antes del abismo.

Con el tiempo entendí que Jesús no solo me rescató del borde, sino que cambió mi corazón por completo. Me dio razones para vivir que no estaba buscando pero que necesitaba desesperadamente: Él mismo, mi esposa, mis hijos, mis padres… y ahora, las vidas que necesitan lo mismo que yo necesité un día: una mano que los detenga antes de caer.

Antes de conocer a Dios, vivía con culpas. Me preguntaba por qué mi hijo atravesaba su condición, si era un castigo por algo que yo había hecho. Y en medio de esa angustia, alguien me regaló un simple poema: “Un regalo especial del cielo”. Eso abrió una pequeña ventana que yo no sabía que necesitaba.

Mi esposa fue usada por Dios para traer paz a mi vida. Una paz que nunca había conocido. Ella fue el puente que me llevó a Cristo, y a través de ella pude experimentar la diferencia entre sobrevivir… y vivir con propósito.

Mi hijo, con su mundo único, sus necesidades especiales y su forma tan pura de ver la vida, también ha sido parte de ese proceso. Lo he visto apasionarse por las cosas que ama, frustrarse por lo que interrumpe su paz, y encontrar alegría en detalles tan pequeños como recoger plumas durante nuestros paseos. Son cosas que enseñan más sobre paciencia, amor y ternura de lo que cualquier libro podría enseñar.

Hoy sé que no todos los días fui fuerte. Hubo momentos donde estuve completamente abatido. Donde pensé rendirme. Pero aun en esos días, la voz que me dijo “no lo hagas” siguió ahí. Y por eso, mi vida hoy es diferente.

Aprendí que sin relación ni conocimiento de Dios, uno vive a ciegas, aun creyéndose fuerte. Por eso busco siempre Su dirección, especialmente cuando hablo con otros… porque nadie necesita frases repetidas; necesitan una palabra viva.

Mi historia no es la de alguien que buscó a Dios.
Es la de alguien a quien Dios encontró cuando ya no podía más.

El hallazgo que cambia vidas

Esto tiene implicaciones muy claras, incluso para la forma en que compartimos nuestra fe:

  • Evangelizar no es convencer ni forzar a alguien a creer.
  • Nuestra tarea es poner delante de las personas lo que Dios puede usar para encontrarlas, siendo instrumentos de Su gracia.
  • La oración antes de hablar es clave: permite que Dios ponga las palabras, el momento y la dirección correcta.
  • La efectividad depende de nuestra relación personal con Dios, no de nuestras habilidades, estrategias o técnicas.

Cuando comprendemos que Dios toma la iniciativa, evangelizar deja de ser un esfuerzo mecánico y se convierte en un acto de obediencia, confianza y amor. Él prepara los corazones y nos permite ser testigos de algo mucho más grande que cualquier plan humano.

Así que la próxima vez que pienses en compartir tu fe, recuerda: no somos nosotros quienes buscamos primero; Él nos busca y también busca a otros a través de nosotros. Y a veces, esa búsqueda inesperada puede cambiar vidas de maneras que jamás imaginamos.

Autor: Sergio Granados
Ministerio / Blog: Precursores de Cristo.

Si este estudio edificó tu vida, siéntete libre de compartirlo con otros.

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