
Texto base:
“Entonces el procónsul, viendo lo que había sucedido, creyó, maravillado de la doctrina del Señor.” — Hechos 13:12
Introducción
En los días de los apóstoles, el Espíritu Santo no era una figura simbólica, sino una presencia viva y activa.
Cada palabra predicada era acompañada por señales, milagros y conversiones. La iglesia no solo hablaba de poder: lo vivía.
Hoy, sin embargo, muchas congregaciones han perdido esa esencia. Hay buena música, mensajes elaborados, estructuras y estrategias… pero falta la presencia.
Y sin la presencia, no hay transformación.
El contraste con la iglesia actual
Vivimos tiempos donde muchos entran a los templos enfermos, oprimidos, vacíos… y salen igual.
¿Por qué?
Porque falta consagración en los altares, entrega en los corazones y fe viva en las palabras.
El Espíritu Santo no se mueve donde el hombre quiere brillar; Él se mueve donde hay humildad, oración, ayuno y obediencia.
El poder de Dios no se perdió: se apagó la lámpara del altar en muchos lugares.
Las reuniones abundan, pero los encuentros con Dios son escasos.
La gente canta, pero no se quebranta; escucha, pero no se transforma.
Y todo esto revela una verdad profunda:
sin oración, sin ayuno y sin comunión con el Espíritu Santo, la iglesia pierde su filo espiritual.
El ejemplo de Hechos 13
Cuando Pablo y Bernabé enfrentaron a Elimas, no lo hicieron con palabras humanas, sino llenos del Espíritu Santo.
El poder que se manifestó no fue para exhibición, sino para salvación.
El procónsul creyó porque vio la autoridad de Dios respaldando la Palabra.
Ese mismo poder está disponible hoy, pero requiere vidas rendidas al Espíritu.
Pablo no se llenó de un día para otro: su fuerza venía de una vida de oración, ayuno y obediencia.
Y ahí está la clave:
una iglesia sin altar es una iglesia sin poder.
Reflexión profunda
La falta de poder en muchas congregaciones no es culpa de Dios, sino de nuestra falta de entrega.
Queremos resultados sin sacrificio, milagros sin intercesión, autoridad sin comunión.
Pero el Espíritu Santo solo respalda vidas consagradas.
Si la iglesia vuelve al ayuno, a la oración sincera, al quebranto y al anhelo por Su presencia, veremos otra vez a los enfermos sanarse, a los oprimidos ser libres y a las almas transformadas.
Porque donde el Espíritu del Señor está, allí hay libertad.
Elimas representa la oposición espiritual que busca nublar la vista de las almas, pero cuando hay hombres y mujeres llenos del Espíritu Santo, la luz vence la oscuridad, y los ojos se abren para ver la verdad del Evangelio.
Así como el procónsul fue impactado por la manifestación del Espíritu, el mundo necesita ver a Cristo vivo en nosotros, no solo escucharlo en palabras.
Llamado a la iglesia
No basta con asistir al templo; hay que ser templos del Espíritu Santo.
El mundo no necesita iglesias grandes, necesita iglesias llenas del poder de Dios.
El Señor sigue buscando corazones dispuestos a ser canales de Su gloria.
Dios no cambió. Su poder no disminuyó.
Si no vemos manifestaciones, no es porque el cielo esté cerrado, sino porque nuestros corazones están distraídos.
El Espíritu Santo quiere volver a llenar, restaurar y encender Su iglesia, pero solo lo hará en aquellos que se humillen, se aparten del pecado y deseen Su presencia más que cualquier otra cosa.
Oración final
Padre amado, perdónanos por las veces que hemos entrado en Tu casa sin reverencia ni entrega.
Restaura en nosotros la llama del altar, el deseo de ayunar, de orar y de buscar Tu rostro.
Líbranos de la incredulidad, de la rutina y del conformismo espiritual.
Llénanos otra vez con Tu Espíritu Santo y haz de Tu iglesia un lugar donde los enfermos sean sanados, los cautivos sean libres y los corazones sean transformados.
Que Tu poder se manifieste no para espectáculo, sino para salvación, como en los días de Pablo.
Abre los ojos de los ciegos, rompe las cadenas del enemigo y que Tu iglesia vuelva a brillar con Tu gloria.
En el nombre poderoso de Jesús, amén. 🙏🔥
“Avivemos el fuego del altar, para que Su nombre sea glorificado y Su Espíritu transforme nuestras vidas.” 🔥💛

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