La Palabra de Dios advierte tanto a los que enseñan como a los que aprenden. Cuando alguien recibe primero doctrinas humanas en lugar de la Palabra pura, corre el riesgo de desviarse del verdadero camino y perder la dirección espiritual correcta.
Quien enseña, lleva sobre sí una gran responsabilidad delante de Dios, porque hacer tropezar a un pequeño en la fe es considerado una falta gravísima, con consecuencias espirituales que no deben tomarse a la ligera.

1️⃣ El Fundamento debe ser Cristo

“Pues nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo.”
1 Corintios 3:11

Toda enseñanza debe partir de Cristo Jesús, la manifestación de Dios en la carne, y de Su Palabra. Esto significa que todo lo que enseñemos debe estar arraigado en Su verdad y Su obra redentora, no en tradiciones, filosofías humanas ni interpretaciones personales.
Si el fundamento se altera, aunque se agreguen buenas intenciones, toda la estructura espiritual corre el riesgo de derrumbarse, y la persona que aprende puede desviarse sin siquiera darse cuenta.

2️⃣ El Peligro de un Evangelio Torcido

“Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema.”
Gálatas 1:8

Cualquier enseñanza que modifique el evangelio original pierde su poder salvador. Esto no es una advertencia menor: un inicio torcido puede poner en riesgo la salvación, porque aparta la mirada del creyente del sacrificio de Cristo y Su gracia.
La pureza del mensaje no es solo para entender correctamente, sino para experimentar el poder transformador del evangelio en la vida diaria. Cuando se tergiversa, incluso con buenas intenciones, se crean confusiones que pueden ser difíciles de revertir.

3️⃣ Advertencia para el que Aprende

En Éxodo 20:19, el pueblo de Israel pidió que Moisés hablara por ellos en lugar de oír directamente la voz de Dios. Esa decisión abrió la puerta a intermediarios humanos, tradiciones y normas que los cegaron espiritualmente.
Hoy, quien comienza en la fe debe alimentarse primero de la Palabra y del Espíritu Santo, evitando depender de interpretaciones humanas o líderes que puedan añadir sus propias ideas.
Escudriñar la Escritura con humildad y corazón abierto es esencial para no ser desviados de la verdad, y para que el crecimiento espiritual se dé sobre el fundamento sólido de Dios mismo.

4️⃣ Advertencia para el que Enseña

“Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos mayor condenación.”
Santiago 3:1

“Y cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino…”
Mateo 18:6

Jesús deja muy claro que hacer tropezar a un nuevo creyente no es un pecado leve. Además, Lucas 12:47-48 enseña que a quien más se le da, más se le demandará. Esto significa que la responsabilidad de quien enseña es proporcional al impacto que tiene en las vidas de otros.
La enseñanza no es un derecho ni un título; es un servicio que exige reverencia y temor de Dios, sabiendo que cada palabra y acción frente a un discípulo tiene un peso eterno.

6️⃣ Ejemplos más cercanos de mal liderazgo

1️⃣ Líderes que priorizan ganancias o fama sobre almas

  • Usan el púlpito para negocios o autopromoción, dejando de lado la verdadera obra de Dios (Mateo 23:5-7).

2️⃣ Líderes que imponen tradiciones humanas

  • En lugar de enseñar la Palabra, se enfocan en reglas, rituales o costumbres propias. Esto desvía a los creyentes de la esencia del evangelio.

3️⃣ Líderes que toleran abusos o conductas nocivas

  • No corrigen lo malo ni protegen al rebaño, causando daño espiritual o emocional (Jeremías 23:1).

4️⃣ Líderes que buscan poder y control

  • Manipulan a los miembros por miedo o dependencia personal, en lugar de empoderarlos para crecer en Cristo.

5️⃣ Líderes que mezclan doctrina con filosofía humana

  • Pueden confundir y desviar a los creyentes de la verdad pura (Gálatas 1:8).

6️⃣ Líderes autollamados o que se eligen a sí mismos

  • Se colocan en posición de autoridad sin reconocimiento bíblico.
  • Imponen su voluntad sobre otros sin rendir cuentas ni someterse a la Palabra.
  • Prometen bendiciones o crecimiento espiritual condicionado a su enseñanza o control.
  • Carecen de humildad y transparencia, enfocándose en su imagen y poder personal.

Conclusión

El peligro no es solo para el nuevo creyente, sino también para quien enseña. La enseñanza correcta debe estar basada en Cristo Jesús, la manifestación de Dios en la carne, y ser guiada por la Palabra.

  • El que aprende: debe escudriñar las Escrituras con corazón humilde, evitando doctrinas humanas que desvíen su fe.
  • El que enseña: debe hacerlo con temor y temblor, sabiendo que Dios pedirá cuentas por cualquier tropiezo causado a los pequeños.

Jesús dejó claro que hacer tropezar a un creyente es un pecado gravísimo, y tanto líderes como aprendices deben estar conscientes de la responsabilidad espiritual que esto implica.

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