Pasaje inicial: Éxodo 18:19-21

¿Cuál es el papel o rol de un líder? ¿Cómo debería comportarse un líder? Podemos preguntarnos muchas cosas, pero lo más importante es entender que un verdadero líder no necesita introducción. A lo largo de la Biblia encontramos ejemplos de grandes líderes: desde Abraham hasta Jesús, y luego algunos discípulos y apóstoles.

Pero siempre surge la pregunta: ¿Se necesita ser presidente, maestro, director de escuela o de empresa, o incluso líder de un grupo religioso para ser líder? ¿Se necesita una “sangre especial” para guiar una congregación? Humanamente hablando, un líder desarrolla su potencial para alcanzar sus sueños, y esto nunca será motivo de lamento. Ningún líder que haya dirigido a otros hacia algo significativo lo hizo sin gran esfuerzo. Cada colina que se escala debe hacerse de manera deliberada, consistente y voluntaria, totalmente intencional.

  • Deliberada: Que se hace de forma voluntaria e intencionada después de haberlo pensado.
  • Consistente: Vinculada a la firmeza, persistencia o estabilidad.

La gran mayoría de estudios sobre liderazgo coinciden en que un líder siempre resalta por encima de los demás, y una forma sencilla de identificar a un buen líder es que no necesita mucho esfuerzo para que las masas lo sigan. Algunos nacen con un don natural, lo que facilita que otros los sigan, ya sea para bien o para mal.

En la Biblia encontramos el ejemplo más grande y perfecto de liderazgo: Jesús. Su enseñanza de tres años y medio sigue impactando vidas más de 2000 años después. Desde los 12 años comenzó a demostrar su liderazgo (Lucas 2:42-50), estableciendo su lugar y autoridad sin faltar al respeto ni ridiculizar a otros, demostrando sabiduría y respeto incluso siendo joven.

La Palabra también nos enseña que un líder debe poder liderar en su casa antes de liderar en la iglesia (1 Timoteo 3:4-5). La frase “todo lo que vale la pena es difícil” describe la vida y explica por qué la autodisciplina es esencial para triunfar. Un líder necesita visión, porque esta da sentido y propósito a los detalles de nuestra vida, y sin ella nunca podremos desarrollar plenamente nuestro liderazgo. Jesús mantuvo su visión enfocada en la cruz, a pesar de la oposición voluntaria o involuntaria, incluso de Pedro, quien le pidió que no fuera crucificado.

Lucas 22:26 nos enseña que el llamado de un líder muchas veces pasa primero por la servidumbre, para aprender a respetar y valorar el servicio de quienes están bajo su mando.

Cierre

En conclusión, ser un líder verdadero no se trata de títulos, cargos ni de un don natural exclusivo; se trata de desarrollar nuestro potencial, mantener la visión clara y servir con integridad. Jesús nos muestra que un liderazgo verdadero requiere disciplina, consistencia, intención y servidumbre, y que un líder no solo dirige, sino que también inspira, eleva y enseña a otros a caminar en victoria, dejando un legado que trasciende generaciones.

Recordemos que las colinas que escalamos como líderes son deliberadas y consistentes, y que cada esfuerzo, decisión y acto de servicio contribuye a formar líderes que reflejan la luz de Cristo en todo lo que hacen. Que cada uno de nosotros pueda aprender de estos principios y, sobre todo, seguir el ejemplo de Jesús, el líder por excelencia, para impactar vidas y glorificar a Dios en todo momento.

Deja un comentario